Servicio Técnico de aire acondicionado
de la Comunidad de Madrid
Mantenimiento
Limpieza de filtros
Carga de gas (Freon)
Para un correcto uso del aire acondicionado necesita saber...
Como funciona:
Un equipo de aire acondicionado traslada el calor al exterior desde el interior del edificio. El refrigerante del sistema absorbe el exceso de calor y lo envía hacia una batería exterior a través de una tubería. Un ventilador expulsa el aire a través de la batería caliente, trasladando el calor del refrigerante al exterior.
Al desaparecer el calor del aire del interior, esta zona se refrigera.
¿Qué parámetros controla el equipo de aire acondicionado?
Humedad
El aire de nuestro entorno natural contiene humedad en forma de vapor, y el nivel saludable de humedad relativa del aire se sitúa entre el 40-60%. La capacidad del aire de contener vapor de agua depende sobremanera de su temperatura: el aire cálido puede atrapar más humedad que el fresco. Como el aire cálido atraviesa las baterías frías del sistema de aire acondicionado, el exceso de humedad desaparece del aire al condensarse en las baterías, recogiéndose en forma de líquido en el sistema.
Pureza del aire
El aire está repleto de partículas diminutas: polvo, polen, humo, contaminación, bacterias, esporas y otras muchas impurezas. El sistema de aire acondicionado está dotado de un filtro que retiene tales partículas y devuelve al interior un aire depurado y más saludable.
Circulación del aire
Todos estos efectos beneficiosos no se repartirían de manera uniforme por los recintos si el sistema no renovase el aire de forma óptima. El ventilador y las rejillas del sistema deben ajustarse de forma que hagan circular el aire de manera uniforme en el lugar de instalación, pero sin expulsarlo directamente hacia las personas situadas junto a ellos.
¿ Cómo sacar el máximo partido de su sistema de aire acondicionado ?
Historia del aire acondicionado
Le presentamos una serie de datos históricos sobre cómo se refrescaban nuestros antepasados en los días más calurosos del verano...
Lo que se conoce como canícula es el período comprendido entre principios de julio y mediados de agosto. El nombre romano se deriva de “dies canicula” (literalmente, día del perro), porque Sirio, la estrella de la constelación del perro, sale y se pone junto al sol en este período. Así, los romanos suponían que el efecto combinado de esta estrella y del sol provocaba un calor y una humedad opresivos.
El hielo y la nieve en la antigüedad. Hasta los griegos y romanos de a pie compraban hielo y nieve, que se transportaba a lomos de caballería. Sólo algunos privilegiados disponían de almacenes particulares de hielo, y los habitantes de las ciudades lo tenían que comprar en las tiendas. En Roma había pozos muy profundos que se llenaban de nieve y se cubrían con paja. La nieve se fundía y el agua formaba una capa de hielo al fondo, que se vendía a muy alto precio. Llegaba a ser más cara que el vino.
Hielo. En los siglos III y IV a. de C., el emperador Chu disponía en China de 94 siervos que suministraban hielo a la corte.
En el Próximo Oriente había almacenes de hielo ya en el año 1700 a. de C.: Zimri-Lin, señor de Mari (importante ciudad del Éufrates) mostraba su orgullo por haber erigido las dos primeras construcciones de este tipo en la cuenca de ese río, y Alejandro Magno levantó el primer almacén de hielo de la antigua Grecia.
Sombra. Como no había mucha sombra natural en la zona que ahora se conoce como Bagdad, el monarca Acadio Sargón tenía un sirviente que caminaba junto a él protegiéndole con un parasol, como se aprecia en un monumento erigido a una de sus victorias. La práctica se difundió hacia occidente, generalizándose en Egipto, y hacia oriente, hasta llegar a la India.
En Roma se democratizó este recurso y muchas mujeres de las ciudades utilizaban parasoles o lo que llamaba “umbracula”, una tela ligera extendida en una estructura de madera.
Baños y duchas. Nuestros antepasados consideraban el baño una actividad importante y divertida que practicaban a diario. Tras un entrenamiento agotador, un atleta griego se lavaba y refrescaba en la ducha; algunas duchas eran muy artísticas y tenían forma de boca de animal.
Aunque existían zonas naturales con agua, de gran tamaño, los baños eran muy populares. Además de los baños romanos, bien conocidos, se ha descubierto un baño de 4.500 años de antigüedad en Mohenjo-Daro, de más de tres metros de largo y tres metros y medio de profundidad. Las paredes estaban forradas de ladrillo y alquitrán.
Enfriamiento del agua. En el siglo II, Ateneo describió una práctica muy común en la India, que consistía en poner agua en los tejados de las casas por la noche para mantenerlas frescas.
Ciertas pinturas funerarias muestran esclavos egipcios abanicando unas grandes vasijas de agua de barro poroso. Con la evaporación, el contenido permanecía fresco.
También en Egipto, las mujeres colocaban recipientes de barro poco profundos llenos de agua sobre lechos de paja. La evaporación de la parte superior y los laterales, combinada con el descenso de las temperaturas nocturnas, congelaba el agua. Este fenómeno se debía a la escasa humedad del aire, que permitía la evaporación, o el sudor, y producía el enfriamiento.
Un desconocido babilonio del año 2000 a.de C. ordenaba que las paredes y suelos de su vivienda fueran rociadas de agua, lo que le aliviaba del calor, según el principio antes mencionado.
Y, una vez más, en la India era costumbre suspender alfombrillas húmedas de hierba sobre las aberturas de las casas expuestas al viento. Las alfombrillas se humedecían durante la noche y llegaban a producir en el interior una gran disminución de la temperatura.
Construcción de las viviendas. Los egipcios construían sus casas con adobe, lo que las mantenía frescas. Las ventanas eran pequeñas y se disponían frente a las puertas para propiciar las corrientes de aire. Los habitantes del antiguo y moderno Egipto tenían y tienen bocas de ventilación en el centro de los edificios para conseguir que el aire circule por el interior de las viviendas.
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